lunes, 5 de noviembre de 2007

Prometeo encadenado

Perteneciente a una trilogía de la que solo quedan legajos, prometeo encadenado es el primer relato y el único que se conserva entero. Su supuesto autor fue Esquilo, pero muchos lo ponen en entredicho.


En esta obra de gran dramatismo y heroicidad prometeo es condenado por Zeus a ser encadenado a una piedra, apartado del mundo y desnudo. Su delito fue desobedecer a los dioses robando el fuego y dándoselo a los humanos, por los que el profesa un gran amor. La sentencia la llevan a cabo Violencia, Fuerza y Hefesto. Mientras todo esto ocurre el titan, Prometeo, realiza varias conversaciones con seres y dioses que le intentan persuadir para que éste cese en su actitud arrogante, pero Prometeo se reafirma una y otra vez en su actitud.
Más tarde aparece Ìo, la cual recibe una profecía de Prometeo sobre su futura relación con la liberación.

Más adelante Zeus llega y también recibe una profecía de Prometeo. En esta profecía el pobre encadenado advierte que Zeus creará a un hijo más poderoso que el y éste le derrocará de su lugar de poder. Según Prometeo solo se podrá evitar ese destino si Zeus libera del castigo al protagonista. Enfadado Zeus envía a Hermes para que Prometeo desvele por completo la profecía, pero ante la negativa de este le amenazan con arrojarle la montaña y enviar a un águila cada día para que le devore el hígado. El desenlace de la historia es mejor que os la leáis XD

El progreso, la lealtad, la libertad, la amistad, el amor por la humanidad y el sacrificio son los temas principales que trata la obra. Os recomiendo leerla, además si sois de poco leer os viene bien esta historia ya que es un relato muy cortito, unas 20 paginas en Word ;)




PROMETEO: Es fácil al que tiene el pie fuera de las desgracias aconsejar y amonestar al infortunado. Pero todo esto yo lo sabía. De grado, de grado falté, no lo negaré; ayudando a los mortales yo mismo me he encontrado castigos. Con todo, no creía que con tales penas había de consumirme en unas rocas abruptas, encontrándome en una cima desierta y sin vecinos. Pero ahora, sin lamentaros por estos sufrimientos, bajando a tierra firme, escuchad mi suerte futura, para que lo sepáis todo hasta el fin. Creedme, creedme, compadeced al que ahora sufre: la aflicción vuela sin cesar, y ora se posa en uno, ora en otro.

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